A San Lucas se le representa como un toro alado por las narraciones del Apocalipsis, en las que se encuentran cuatro vivientes delante del trono del Cordero, cada uno relacionados con un Evangelista.
En el siglo II, San Irineo nos confirmaba que San Lucas, llamado «el médico amado» por San Pablo, fue uno de los cuatro autores de los Evangelios considerados canónicos por su cercanía a la vida de Jesús: «Mateo publicó su propio Evangelio entre los hebreos en su propia lengua, cuando Pedro y Pablo estaban predicando el evangelio en Roma y fundando la iglesia allí. Después de su partida, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, él mismo nos dejó por escrito la esencia de la predicación de Pedro. Lucas, seguidor de Pablo, asentó en un libro el evangelio predicado por su maestro. Luego Juan, el discípulo del Señor, quien también se recostaba sobre su pecho, produjo su Evangelio mientras vivía en Éfeso en Asia.»
En el siglo II, San Irineo nos confirmaba que San Lucas, llamado «el médico amado» por San Pablo, fue uno de los cuatro autores de los Evangelios considerados canónicos por su cercanía a la vida de Jesús: «Mateo publicó su propio Evangelio entre los hebreos en su propia lengua, cuando Pedro y Pablo estaban predicando el evangelio en Roma y fundando la iglesia allí. Después de su partida, Marcos, el discípulo e intérprete de Pedro, él mismo nos dejó por escrito la esencia de la predicación de Pedro. Lucas, seguidor de Pablo, asentó en un libro el evangelio predicado por su maestro. Luego Juan, el discípulo del Señor, quien también se recostaba sobre su pecho, produjo su Evangelio mientras vivía en Éfeso en Asia.»
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