De acuerdo con la tradición zuliana, la Chinita llegó a Maracaibo sobre las olas del lago. Cuenta la historia que un día del año 1749, una sencilla mujer acababa de lavar su ropa en las orillas del lago de Maracaibo, cuando repentinamente vio flotando una tablita de madera fina, la cual recogió pensando en que le podría ser útil para tapar la tinaja de agua que tenía en el corredor de su casa. A la mañana siguiente, cuando estaba colando el café, la mujer escuchó unos golpes como si alguien estuviera llamando. Fue a ver lo que sucedía y quedó sobrecogida de asombro al ver que la tablita brillaba y que aparecía en ella, la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Por tal motivo, la mujer comenzó a gritar ¡Milagro! ¡Milagro!, por lo que de ahí proviene el nombre de El Milagro a la actual avenida junto al lago, donde estaba la casita de la lavandera. Luego de lo sucedido, numerosas personas acudieron a presenciar el prodigio, convirtiéndose por esto la casa de la humilde mujer en un lugar de veneración de la Virgen por parte de múltiples creyentes.
Imagen cortesía de: https://es.wikipedia.org/wiki/Virgen_de_Chiquinquir%C3%A1
Al tiempo de lo acontecido en casa de la humilde lavandera, las autoridades de Maracaibo decidieron realizar una procesión en honor de la Chinita. Cuenta la leyenda, que la Virgen era llevada en hombros por dos hombres elegidos por el propio Gobernador, cuando al doblar una esquina, la imagen se puso tan pesada que impidió seguir moviéndola. Finalmente, después de muchos ruegos al cielo y súplicas a la Virgen, uno de los presentes exclamó: "Tal vez la Virgen no quiera ir a la Iglesia Matriz y prefiera la de San Juan de Dios".
Según la tradición popular, estas palabras se tomaron como una inspiración divina, ya que, la procesión cambió su rumbo hacia la iglesia de la gente humilde de Maracaibo y la imagen recuperó su peso normal. Es por esto, que desde ese día, la Virgen de la Chiquinquirá, la querida Chinita, protege desde su templo, hoy basílica, al pueblo zuliano.
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