sábado, 26 de marzo de 2016

Sábado Santo: La guardia ante el sepulcro

62 Al día siguiente, después del día de la preparación, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron ante Pilato.
63 —Señor—le dijeron—, nosotros recordamos que mientras ese engañador aún vivía, dijo: “A los tres días resucitaré.” 64 Por eso, ordene usted que se selle el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, se roben el cuerpo y le digan al pueblo que ha resucitado. Ese último engaño sería peor que el primero.
65 —Llévense una guardia de soldados—les ordenó Pilato—, y vayan a asegurar el sepulcro lo mejor que puedan.
66 Así que ellos fueron, cerraron el sepulcro con una piedra, y lo sellaron; y dejaron puesta la guardia.


viernes, 25 de marzo de 2016

Viernes Santo

Pedro: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu” 

(1 Pedro III: 18).

Las iglesias, las imágenes —principalmente el crucifijo— se cubren con tela morada en señal de la ausencia de Jesús. La imagen de la Virgen María, por su parte, se viste de negro como muestra de su luto.


miércoles, 23 de marzo de 2016

Miércoles Santo

El Miércoles Santo marca el final de la Cuaresma y el comienzo de la Pascua. El Miércoles Santo es el día en que se reúne el Sanedrín con Judas Iscariote, el tribunal religioso judío, para condenar a Jesús.

El Evangelio del Miércoles Santo continúa con la traición de Judas Iscariote en este caso en relato de Mateo 26, 14-25:
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y les propuso:
-«¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-«¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó:
-«ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos"».
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
-«Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
-«¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió:
-«El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido».
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
-«¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió:
-«Tú lo has dicho».

En Venezuela se celebra el Miércoles Santo bajo la figura de El Nazareno de San Pablo:

domingo, 20 de marzo de 2016

Domingo de Ramos

"el verdadero sentido de las palmas en nuestro hogar es tener presente que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar”.

A continuación, una oración para colocar las palmas benditas en casa:
Bendice, Señor, nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
sé Tú, el Rey en nuestro hogar.
Amén.

sábado, 19 de marzo de 2016

San José


Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dio a luz a un hijo. Y dijo: «Ha quitado Dios mi afrenta.» y le llamó José, como diciendo: «Añádeme YHWH otro hijo.»


 Génesis 30,22-24


jueves, 17 de marzo de 2016

Del oficio de lectura, 17 de Marzo, San Patricio, Obispo

Muchos pueblos renacieron a Dios por mí
De la Confesión de san Patricio
(Caps. 14-16: PL 53, 808-809)


Sin cesar doy gracias a Dios que me mantuvo fiel el día de la prueba. Gracias a él puedo hoy ofrecer con toda confianza a Cristo, quien me liberó de todas mis tribulaciones, el sacrificio de mi propia alma como víctima viva, y puedo decir: ¿Quién soy yo, y cuál es la excelencia de mi vocación, Señor, que me has revestido de tanta gracia divina? Tú me has concedido exultar de gozo entre los gentiles y proclamar por todas partes tu nombre, lo mismo en la prosperidad que en la adversidad. Tú me has hecho comprender que cuanto me sucede, lo mismo bueno que malo, he de recibirlo con idéntica disposición, dando gracias a Dios que me otorgó esta fe inconmovible y que constantemente me escucha. Tú has concedido a este ignorante el poder realizar en estos tiempos esta obra tan piadosa y maravillosa, imitando a aquellos de los que el Señor predijo que anunciarían su Evangelio para que llegue a oídos de todos los pueblos. ¿De dónde me vino después este don tan grande y tan saludable: conocer y amar a Dios, perder a mi patria y a mis padres y llegar a esta gente de Irlanda, para predicarles el Evangelio, sufrir ultrajes de parte de los incrédulos, ser despreciado como extranjero, sufrir innumerables persecuciones hasta ser encarcelado y verme privado de mi condición de hombre libre, por el bien de los demás?

Dios me juzga digno de ello, estoy dispuesto a dar mi vida gustoso y sin vacilar por su nombre, gastándola hasta la muerte. Mucho es lo que debo a Dios, que me concedió gracia tan grande de que muchos pueblos renacieron a Dios por mí. Y después les dio crecimiento y perfección. Y también porque pude ordenar en todos aquellos lugares a los ministros para el servicio del pueblo recién convertido; pueblo que Dios había llamado desde los confines de la tierra, como lo había prometido por los profetas: A ti vendrán los paganos, de los extremos del orbe, diciendo: «Qué engañoso es el legado de nuestros padres, qué vaciedad sin provecho». Y también: Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Allí quiero esperar el cumplimiento de su promesa infalible, como afirma en el Evangelio: Vendrán de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob.


Oración
Oh Dios, que elegiste a tu obispo san Patricio para que anunciara tu gloria a los pueblos de Irlanda, concede, por su intercesión y sus méritos, a cuantos se glorían llamarse cristianos, la gracia de proclamar siempre tus maravillas delante de los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.